- El que nos ocupa, es el ruido que se transmite por el aire. Se transmite a través de ondas sonoras que viajan por el aire y es mucho más sencillo de amortiguar si se emplea el material adecuado.
Si el ruido se transmite por el aire lo primero que debemos evitar es la entrada de aire. Para esto lo más importante es elegir un buen sistema de perfiles.
La forma de apertura también es importante. Debemos elegir una ventana con cierre de doble junta, ya sea simplemente abatible u oscilo-batiente, ya que las correderas siempre tienen más filtraciones a través de la junta de cepillo necesaria para el deslizamiento. En este caso también hay excepciones de sistemas especiales que pueden superar el problema (como por ejemplo la oscilo-paralela).
Una persiana mediocre arruina el aislamiento de cualquier ventana. Por lo general suelen aparecer huecos tanto en el cajón de la persiana como en la unión con la pared por donde nos entra aire ruido y hasta polvo. Exigir siempre un cajón de persiana que incluya un buen aislamiento.
La elección de vidrio, que ocupa al menos el 70% de la superficie, se convierte en un punto clave para un buen aislamiento.
Los vidrios acústicos se fabrican especialmente para repeler las ondas sonoras. El grosor es lo que marca la diferencia. Para conseguir un mayor grosor y mejorar las prestaciones acústicas existen los llamados vidrios laminados: se componen de dos vidrios unidos por láminas de PVB.
Los vidrios acústicos suelen tener un grosor de entre 6 (3+3) que sería el caso de un aislamiento acústico adecuado para uso residencial (tráfico, voces, etc….) y 6+6 para casos donde es necesario un aislamiento adicional por problemas de ruido elevado. En estos casos también existe la opción de introducir gases nobles que refuerzan las propiedades acústicas del vidrio.
El parámetro «R» mide la reducción acústica y se calcula en decibelios (dB). Una ventana corriente suele registrar valores de alrededor de 2 4dB de reducción acústica. Los vidrios laminados ofrecen una mejora acústica de entre 2 y 3 dB. Por ejemplo, si reducimos ésta en 10 dBA el oído humano lo percibe como si fuese la mitad del ruido.
Consulta también el valor «R» en la etiqueta y si tienes problemas de ruido exige siempre valores a partir de 32dB.